Feriales

Varios son los motivos por los siempre me ha resultado poco atractiva la Feria del Libro Ricardo Palma -la más antigua del Perú-, que tradicionalmente se instala en el Parque Kennedy de Miraflores.

En primer lugar porque los alrededores siempre han sido un lugar de tránsito para mí, un punto de reunión, encuentro y hasta de destino, por sus locales comerciales, librerías, etc. Ver sus instalaciones desde cualquier sitio próximo, es como si intuyera que allí se aposenta una feria artesanal o una convención de ufólogos. Un vistazo, de puro oletón, y fugo, antes de quedar hecho un ekeko o ser abducido.

En ediciones pasadas los invitados internacionales o han brillado por su ausencia, o fueron ilustres desconocidos para mí, lo que la hacía bastante localista, provinciana. Esto ha cambiado cuantitativamente, pero no ha incrementado mi interés. Tal vez más adelante adquiera la archibuplicitada novela de Jorge Lanata "Muertos de amor". Por lo pronto ya me perdí la presentación.

Un aspecto importante que tomo en cuenta es el factor tiempo. Esta época del año para mí es de lo más estresante y a cada rato me exige cordura. Al menos aparentarla. Tengo no sólo que ubicarme en el presente, en las labores cotidianas, sino también en el pasado y el futuro (los famosos informes de metas alcanzadas así como zahoríes proyecciones). Así que por esta época suelo leer libros poco exigentes, colecciones de cuentos y novelas cortas a lo mucho. Es más, ¿qué michi hago perdiendo el tiempo escribiendo esto?

Otro motivo, tal vez el más importante, por el que esta y pasadas ediciones no me convierten en un asiduo e interesado visitante ferial, es el desasosiego que me generan las mesas de saldos de algunas editoriales: libros a mitad de precio, malbarateados, que yo pagué su precio original y que otros se lo llevarán casi de regalo. Pero eso se puede solucionar, me dirá alguno, mirando para otro lado, haciéndose el sueco, que contigo no es, para ti no hay, y evitar esos stands. Traté. Juro que traté, pero justo cuando quise esquivar a unos tipos cámara y micrófono en ristre, zas!, me topo con un insoslayable avisazo: 50% de descuento y varios ejemplares de los diarios de Ribeyro,
La tentación del fracaso, junto a otros títulos.

Me puse blanco (transparentoso, para no redundar). De momento no quería saber a cuánto equivalía ese descuento. Además, yo estaba allí para adquirir el tercer libro de cuentos, “Lo que nunca serás”, de
Guillermo Niño de Guzmán. Nadie me obligaría a preguntar (oídos que no oyen, bolsillo que no siente). Pero otra vez la maldita cámara y el maldito micrófono en mi ruta, que a toda costa me quiere convertir nuevamente en un figuretti involuntario (pregunta estúpida: “Señor, ¿los peruanos leen?").

Me desvío. Estoy apunto de alejarme (¡pero volveré!) cuando una pizpireta señorona, con voz trinitronante, como si quisiera hacerse escuchar de cuadra a cuadra, interpela a un vendedor por el precio precedido de un "ay, mira Lucha, La tentación del frasco (sic)". So bestia cegatona, digo para mis adentros, tan bestezuela como el vendedor de un stand que ante mi consulta me respondió que no tenía más libros de la escritora Vilas-Mata (es hombre y su apellido es Vila-Matas, webis, quise decirle).

El vendedor ya soltó la cifra. Ya llegó a mis oídos: 70 soles. O sea, su invaluable precio en librerías es de 140, y a mí, a principios de octubre, me costó 95 soles en Quilca. Bien pagados, me dije en esa oportunidad y todavía pienso lo mismo (pulso normal, presión estable y de vuelta a lo mío).

Mi próximo post en la sección garabatos incluirá citas gatunas de los diarios de Ribeyro, los 3 libros hasta ahora publicados y reunidos en un solo tomo por la editorial Seix Barral (2003) que con suerte aún podrán encontrarlo en la feria. Altamente recomendable.

Mi visita ferial acaeció el martes, a media tarde, un break, casi una escapada. Compré otros dos libros aparte de “Lo que nunca serás”. Uno de ellos a mitad de precio, como reconciliándome con el mundillo librero:
La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq, y El conde de San Germán de Leonardo Aguirre, el nuevo Melcochita letraherido de las letras peruvianas (full jeringa).

Pero vamos, no todo podía salirme perfecto. La maldición de la cámara me persigue, y por lo visto perseguirá. Está vez se trató de otro tipo de cámara, de un lente fotográfico. Temprano, hoy jueves cojo el único periódico que compro a diario, le doy una rápida ojeada a las principales secciones: horóscopo, deportes, farándula, je... ¡Cultura! Zoom a la foto impresa. Sí, no es muy nítida que digamos (¿error de fábrica puedo alegar?), pero no dejo de preguntarme en qué momento ocurrió y por qué a mí... otra vez...

2 comentarios:

Bz dijo...

ronald y viste mi libro...me gustaría mucho que tengas un ejemplar, sino me avisas nos podemos juntar a conversar y te doy uno...

saludos,

Jimmy dijo...

Cuando compres de de Lanata, y luego que lo leas obvio, te lo juegas ps, al menos. el tío en TV sale interesante.

Que desvergonzado, ahora pido libros via blog.